viernes, 30 de marzo de 2012

El rey de la nalga: Paul Sieffert


Paul Sieffert nació en París en 1874. Fue ante todo un pintor de desnudos, retratos e ilustraciones. Fue alumno de Gérôme, Guay Gabriel y Maignan y mostró en el Salón de París de 1894 en adelante. Fue galardonado con el Primer Gran Premio de Roma en 1902 y el Diploma de Honor en la Expo 1937. Fue miembro de la Sociedad de Artistas Franceses, y también se sentó en su comité de investigación de antecedentes. Fue nombrado Caballero de la Legión de Honor en 1931. También es conocido por sus vidrieras de colores, composiciones decorativas e ilustraciones exóticas.


Hasta aquí la biografía oficial y oficiosa (es muy difícil encontrar otra) de este pintor francés del siglo XX, bastante menospreciado por su academicismo entre los colegas, que con bastante razón y mala leche le llamaban a escondidas “El rey de la nalga”.

Pero esto fue en la última etapa de su vida. Antes la obra de Sieffert, era correcta, sin llegar a ser exquisita, y bien valorada, no solo por los jurados de las exposiciones nacionales, sino por compañeros, crítica y público en general. En ocasiones de sus pinceles surgían escenas más que memorables como la esta:

En realidad no tenían por qué llamarle así, al menos inicialmente. El motivo de la modelo yacente se incorporó a la obra de Sieffert tras su pensionado en la Academia de Bellas Artes de Francia en Italia, y la que podríamos llamar obsesión de la nalga, se fijaría en él poco después.

El caso es que nuestro pintor terminó pintando modelos reales o imaginarias en todas las posturas que una joven pueda yacer, pero preferentemente mostrando sus lindas posaderas, que, no obstante, no siempre le quedaron como era menester.

En muchos casos se reutilizaron las mismas posturas de modelos y hasta los mismos cuerpos y texturas de pieles, señal de que los cuadros obtuvieron su hueco en el mercado y proporcionaron al artista algo más que una cierta satisfacción carnal.


Se cuentan en torno a los ciento cincuenta los cuadros de este autor con escenas de desnudos reclinados, realizados en los últimos veinte años de su carrera, lo cual no significa que se hiciera viejo verde, sino que con el tiempo su temática pictórica se restringió hacia un solo motivo que le pareció lo suficientemente cómodo, estético y rentable.

Sin embargo, este clasicismo aplicado en exclusiva a las academias de desnudos femeninos, carecen de valor artístico más allá del ejercicio que el autor pueda completar en dos o tres cuadros, luego no dice nada nuevo y solo se justifican por su posible comercialización, lo que pronto levantará las cejas de los compañeros e irritará las lenguas que lo tachen de monetarista, cuando no de pacato y demodé.

Pero no olvidemos que tras los felices años veinte, Europa vive un periodo de involución moralista que se acentúa tras la Segunda Guerra Mundial, y es entonces cuando Sieffert continúa sacando su producción de tumbonas para mejor esparcimiento del voyeurismo Francés, lo que conduce a una reproducción masiva en imprentas baratas de estos modelos anónimos que pronto decoran las cabeceras de calendarios para talleres y fondos de cabinas camioneras.


El ostracismo al que queda sometido el pintor después de su muerte solo se explica por el deprecio que sufre su obra de desnudos, ciertamente correctos política y moralmente hablando, pero relamidos y hasta un poco cursis.


Por esta circunstacia desentrañar la vida y el resto de la obra de este autor resulta una tarea muy complicada, aunque en los últimos tiempo se aprecia un repunte de la cotización de estos lienzos en las salas de subasta, donse superan en ocasiones los 20.000 euros, algo que sin duda erizaría el bigote de Don Paul:

Autoretrato de Paul Sieffert














Fuente: http://ensuciandolasparedes.blogspot.com.ar/2011/01/paul-sieffert.html

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