A un sabio afamado por su sabiduría y por su ingenio le preguntaron una vez por qué se servía con tanta frecuencia de historias sencillas para explicar una gran verdad.
Eso -dijo el sabio- puede ser explicado mejor por medio de una parábola. Una parábola sobre la Parábola.
Hubo un tiempo en que la Verdad andaba entre las gentes, sin adorno alguno, tan desnuda como la Verdad misma. Quienquiera que la veía miraba hacia otro lado, temeroso y avergonzado, porque no querían mirarla cara a cara. La Verdad vagó entre las gentes de la Tierra, siendo mal recibida, rechazada y considerada persona no grata. Un día, sola y sin amigos, se encontró con la Parábola que marchaba por allí muy satisfecha, vestida con ropajes hermosos y coloreados.
- Verdad, ¿cómo estás tan triste, tan afligida? -preguntó la Parábola con sonrisa jovial.
- Porque soy tan vieja y tan fea que la gente me evita -dijo la Verdad, con amargura.
- Tonterías -repuso riendo la Parábola-. No es que te evite la gente. Toma prestadas mis ropas, vete entre la gente y mira lo que ocurra.
Así, la Verdad se puso algunos adornos encantadores de la Parábola y dondequiera que iba ahora era bien recibida.
El sabio sonrió y dijo:
- Los hombres no pueden encararse con la Verdad desnuda; la prefieren disfrazada con el ropaje de la Parábola.
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http://www.laplegariadeunpagano.com/2009/07/la-verdad-desnuda.html
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